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Problemas de la Comunicación Política


Alejandro Vargas Osorio

México, 20/03/2025


Desde la llegada de las redes sociales a la vida cotidiana, los canales de comunicación han experimentado un cambio que nos invita a replantearnos qué implica realmente comunicarse. La cantidad de información que circula es inconmensurable, y los espacios de diálogo han alcanzado niveles sin precedentes. Los diarios perdieron difusión y las plataformas digitales ocuparon su lugar como fuentes de información primarias.


Sin embargo, a diferencia de lo que autores como Steven Pinker podrían pensar, el progreso es solo una fantasía. "No hay ninguna razón para que un individuo tenga un ordenador en su casa", afirmó Thomas J. Watson, presidente de la Junta Directiva de IBM. Con el tiempo, sus palabras quedaron desmentidas, pues no solo hay un ordenador en cada hogar, sino que la tecnología ha hecho posible que cada persona lleve un pequeño computador en su bolsillo.


¿Por qué esto representa un problema? La facilidad con la que las personas acceden a la información es la misma con la que pueden difundirla. Al ser canales bidireccionales, las redes sociales han permitido la creación de comunidades o tribus on demand.


Estas tribus generan sesgos de confirmación, ya que los miembros de estas comunidades solo se informan sobre lo que desean escuchar, se refuerzan mutuamente y muestran poca disposición a considerar otros puntos de vista. Este fenómeno resulta problemático, pues conlleva una falta de respeto hacia la diversidad de pensamiento y fomenta la incivilidad.

¿Son negativos estos ecosistemas digitales? No necesariamente. Tampoco implica que deba limitarse la libertad de expresión. Estas burbujas digitales han permitido una expresión más democrática. ¿Qué es una ideología? Para Žižek (1989), las ideologías no son solo un conjunto de ideas, sino una forma de experimentar el mundo que opera a través de prácticas sociales y culturales. De hecho, la existencia de distintas ideologías y formas de pensar es reflejo de un mayor pluralismo. 


La incivilidad, a su vez, fomenta la polarización. Es decir, todo aquello que no concuerda con mi forma de pensar se percibe como erróneo o negativo. Antes, existían menos canales de comunicación, lo que facilitaba la transmisión de un mensaje a un grupo amplio de personas. En la actualidad, los políticos deben crear múltiples mensajes dirigidos a distintos sectores a través de diversos medios, lo que alimenta una mayor división y confrontación en la sociedad. Como consecuencia, la brecha entre gobernantes, dirigentes y ciudadanía se amplía.


Los medios tradicionales también enfrentan un problema de raíz: la veracidad de la información siempre ha estado en duda. Los intereses económicos suelen pesar más que la verdad, y las fake news pueden alcanzar audiencias masivas que, en muchos casos, no se preocupan por corroborar la información.


En resumen, las redes sociales son el principal detonante de la crisis en la comunicación, no solo en el ámbito político, sino en general. Al no haber límites en la información a la que se puede acceder, tampoco existen restricciones sobre lo que se puede expresar. Exponerse únicamente a argumentos que refuerzan lo que uno quiere escuchar fortalece los sesgos que impulsan la polarización. Nos encerramos en una burbuja virtual que nos hace creer que lo que pensamos es correcto, mientras que lo diferente es erróneo y debe ser eliminado.


A su vez, la facilidad con la que se consume y difunde información falsa sin verificar su veracidad agrava el problema. Sin embargo, esto no significa que deba limitarse la libertad de expresión. En cambio, los gobiernos y las empresas digitales deben enfocar sus esfuerzos en educar a los usuarios y ciudadanos para fomentar una cultura de investigación y respeto por las opiniones ajenas. Solo así será posible reducir la incivilidad que impregna la comunicación política en nuestra época.


 
 
 

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